En plena lucha, San Ignacio en el suelo, grita de dolor por su grave herida, mientras que sus compañeros lo socorren en medio del combate
San Ignacio, en las calles, le otorga sus riquezas a los mendigos, y toma su lugar.
¡Un médico!
Ahhhh!
San Ignacio, inspirado y conectado consigo mismo y con Dios, se interna en la cueva de Manresa
¡Estoy tan aburrido, no sé qué más hacer, aquí postrado en una cama! Por favor, tía, alcánzame libros para escoger y poder leer...
En el castillo de Loyola está San Ignacio, recostado en su cama y con una grave lesión. Por el obligatorio descanso, se siente forzado a leer y se interesa en Jesús y su historia. Al mismo tiempo, su tía, quien vive junto a él, lo apoyaba en su alimentación, abrigo y recuperación.
Te ayudo, Ignacio
San Ignacio en Montserrat, arrepentido, decide dejar su oficio como soldado y entrega sus armas a los pies de una estatua de Jesús.
San Ignacio, como un hombre nuevo, sale de la cueva, enriquecido y fortalecido de los conocimientos de Dios
Toma señor mis armas y armadura...
Tomen
Gracias, Ignacio
Señor, no soy digno de mirarte y estar a tu lado…
Gracias Señor, por todos los conocimientos que me has dado