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La gata y las siete ratoncitas (parte 8)

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La gata y las siete ratoncitas (parte 8)
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  • *patpat
  • ¡Vamos! ¡Muévete para que pueda encontrarte!
  • Al fin te encontré
  • *pantpant
  • uhm...
  • *rub
  • Meow, se siente tan bien...
  • Nunca quise causarte dolor... además, ya sabes en que parte de tu barriga estoy, si quieres después puedes aplastarme y digerirme, pero primero quiero que por favor me escuches
  • ¿Te gustó?
  • *pantpant
  • Claro que no, solo quería que te calmarás para poderte explicar lo que pasó
  • Bueno, ya no estoy tan molesta como antes, pero. ¿cómo sé que no quieres hacerme daño de nuevo?
  • Sí, me encan.... Espera, no creas que con sobarme la pancita ahora olvidaré todo lo que me hiciste
  • Está bien, confiaré una vez más en ti...
  • La gata siguió buscando durante unos segundos cada vez más desesperada porque no la encontraba, luego de un minuto ya estaba molesta y le gritó a la pequeña que se moviera, ya que la hámster se había quedado quieta durante un momento contemplando las patitas de la fiera hundirse en su vientre.
  • Hmph, lo sabía
  • Es verdad... fui cruel con ellas, es que cuando estoy hambrienta o enfadada a veces pierdo el control. Entonces, ¿el maíz me lo diste para vengarlas?
  • Perdón gatita, pero me sentía mal por ellas, esas ratonas no habían hecho nada malo y yo las engañé para que tu entrarás y te "divirtieras" con ellas.
  • Voy a ser honesta contigo, yo sí ayude a escapar a las demás ratonas mientras dormías
  • Entonces continúa
  • ¿Qué? No, el maíz fue para otra cosa, pero primero tengo que contarte cómo las saqué de aquí.
  • Entonces, la hámster comenzó a acercarse a una de las paredes del estómago de la felina, esta, al sentir su movimiento, dijo que ya la encontró y levantó sus patas para aplastar a la roedora con fuerza. Sin embargo, justo cuando la depredadora bajó sus patas delanteras hasta su vientre, estas se contrajeron porque la hámster comenzó a sobarle la pancita desde adentro. La bestia, sonrojada, involuntariamente sacó la lengua y comenzó a jadear mientras sacudía su colita.
  • Tranquila, la menta ya la saqué de tu estómago, y lo siento mucho por haber hecho eso, yo no sabía lo malo que podía llegar a ser esa mezcla en tu vientre hasta que las ratonas me lo dijeron cuando salieron todas
  • Bien, pues para sacarlas amarré una soga a una de las camas y como sabía que la soga no era tan larga, entonces tenía que hacer que tengas gases para que ellas subieran
  • No, por eso te abrí el hocico y te puse un gaseosa para que la fueras tomando mientras dormías, luego dejé caer una menta....
  • ¿¡Acaso estás loca!? ¡Mi panza podría reventar! Y encima me dices que no quieres hacerme daño...
  • Un momento, ¿tú ya sabías que cosas me daban gases antes?
  • Luego de unos segundos, la hámster dejó de sobarle y le preguntó si lo había disfrutado, a lo que la gata que seguía jadeando alegremente respondió que sí, pero luego le dijo que eso no haría que dejara de estar enfadada con ella. Por ello, la roedora respondió que lo hacía para que se calmara y ella pudiera explicarle. Entonces, la gata se dispuso a escucharla.
  • Uffff, que alivio, y ¿cómo la sacaste?
  • Por cierto, el gran tamaño de mi barriguita cuando desperté era por la gaseosa y la menta que habías sacado ¿verdad?
  • Sí, pero no te confundas, la menta la saqué mientras estabas despierta
  • Bueno, luego de que las ratonas se fueran, yo estuve pensando en cómo salvarte
  • ¿En serio?
  • Claro, yo te di el maíz para que tus tripas escupieran la menta, por eso después de que me hicieras volar con ese rugido encontré la menta en el camino de regreso
  • Primero, la pequeña hámster le confirmó que ella había sacado a las otras roedoras de su vientre, la gatita morada se indignó, pero luego la hámster le explicó que ella se sentía mal porque las ratonas habían sido devoradas por su culpa. La felina aceptó que ella se comportó mal y le preguntó si le había dado el maíz para hacer justicia a las ratoncitas, pero la roedora blanca le dijo que el maíz no fue por eso.
  • Después, la presa le siguió contando sobre cómo ayudó a escapar a las ratoncitas diciendo que tenía que causarle gases a ella, por eso la gata preguntó confundida de cómo sabía la pequeña si aún no le había dicho lo del maíz. A lo que la roedora respondió que lo hizo con gaseosa y mentas, la depredadora se asustó pensando que la menta seguía dentro de ella, por lo que le gritó. No obstante, la ratona dijo que no era su intención explotar su panza y que la menta ya no estaba en esta.
  • La felina se volvió a tranquilizar y le preguntó cómo hizo que la menta saliera y si el anterior tamaño de su vientre era por eso. Entonces, la hámster le explicó todo con detalles, por eso la gata comenzó a creer nuevamente en que la roedora seguía siendo una buena amiga.
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