el pongo
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- Al menos sabrás lavar ollas, manejar la escoba.
- ¡Llévate a esta inmundicia!
- Pobre de aquél hombrechito.
- El siervo iba a la casa-hacienda de su patrón para cumplir su labor de pongo, su aspecto era deplorable, tanto su cuerpo como sus vestimentas.
- Guau
- ¡Ladra como si fueras perro!
- El patrón de la hacienda lo insultó y humilló, tras lo cual lo mandó a hacer terribles labores. El pongo se arrodilló y le besó las manos. El patrón lo mandó con el mandón a la cocina.
- Soñé anoche que morimos los dos juntos
- ¡Tú conmigo? Cuéntalo todo
- Padrecito, gran señor, déjame hablarte.
- Habla... si puedes.
- La cocinera se compadeció del pongo. Él cumplía todo lo que le ordenaran y no hablaba con nadie.
- El patrón le tenía un especial desprecio contra él, tal vez por su actitud temerosa y su aspecto. En el corredor lo martirizaba frente a los siervos, a diario.
- Un día el pongo le pidió permiso para hablar al patrón. Y este le dejó porque tenía curiosidad de su sueño.
- Pongo: Como estábamos muertos, estábamos desnudos ante nuestro Padre San Francisco. Él nos examinaba, nuestro corazón, lo que éramos y somos.
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