Seguramente que mañana sería reprobado. Entre más quería hundirse en la geometría,menos la entendía. Dos fracasos ya, y sin duda iba a perder un año. Sólo un milagropodría salvarlo.
lanzo el libro con desesperación.
PUM
Se levantó. ¿Un milagro? ¿Y por qué no?
Nunca había hecho la prueba. Era el momento:ahora o nunca.
–Siempre he tenido cero en geometría –empezó.
Siempre se había interesado enla magia. Tenía libros. Había encontrado instrucciones sencillísimas para llamar a losdemonios y someterlos a su voluntad.
Sacó del estante el mejor libro sobre magia negra. Era fácil. Algunas fórmulas. Ponerse alabrigo en un pentágono.
El demonio llega. No puede nada contra uno, y se obtiene lo quese quiere. Probemos.
Dibujó sobre el piso,con un gis, el pentágono protector.
Y después, pronunció las palabras cabalísticas. Eldemonio era horrible de verdad, pero Henry hizo acopio de valor y se dispuso a dictar suvoluntad.
Y saltó las líneas del hexágono para devorar a Henry, que el muy idiota había dibujado enlugar de un pentágono.
–A quién se lo dices... –contestó el demonio con burla.