Odiseo regresa a su hogar y se encuentra con su hijo Telémaco, quien al principio, no lo reconoce. Ellos planean en cómo deshacerse de los pretendientes que acosan a la reina Penélope en el palacio… entonces Telémaco deberá guardar el secreto del regreso de su padre.
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Telémaco quedó sorprendido y apartó la mirada por si se trataba de un dios mientras se dirigía a él.
Oh, huésped! Me pareces ser otro huésped, distinto del que eras hace un momento, pues tienes otra ropa y tu cuerpo no es el mismo. Ciertamente debes ser algunos de los dioses que son dueños del ancho cielo. Sé propicio para que te ofrezcamos sacrificios que te agraden y te hagamos obsequios de oro bien labrado. Apiádate de nosotros.
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Tu no eres odiseo, el padre mío, sino que alguna deidad me alucina para que me lamente y suspire todavía más, pues un hombre no puede hacer estas cosas con su mente si es que no viene un dios en persona que, si quiere, lo convierte fácilmente en joven o en viejo.Hasta hace poco eras un viejo miserable y ahora te asemejas a un dios.