Doctor... ¡Hágame usted morir!¡Usted puede hacerlo! Por compasión, doctor. También yo lo he hecho una vez. ¡Le juro que es absolutamente necesario!
¿Yo?
Glisser: 2
—¿Quién era ella?
Glisser: 3
.—Era mi hija... Estaba paralítica desde la niñez. Tendida siempre en una hamaca. Nada se movía en su cuerpo; sólo los ojos... y aquella voz de música, que era una vida entera. Yo le leía los poemas de Tennyson; ella me escuchaba mirándome. Y hablábamos a veces... muy poco, muy bajito, pero bastante para los dos. Hasta que un día yo empecé a sentirme enfermo. No podía engañarme; era uno de esos males lentos y seguros, que no perdonan. Entonces sólo sentíel terror de dejarla sola. ¡Pobre carne quieta! ¿Qué iba a ser su vida sin mí? No pude resignarme a esta idea. Tenía a mi alcance la morfina... Y la fui durmiendo suavemente..., sin dolor... hasta que no despertó más. ¿Comprenden ustedes? Era mi hija y mi vida. La he matado yo mismo. ¡Y yo estoy todavía aquí! Estoy sintiendo con espanto que mi mal se aleja, que acabaré por curarme... Y no tengo fuerzas para acabar conmigo... ¡Cobarde..., cobarde!
POEMAS
Glisser: 4
...
ALICIA
Glisser: 5
Es... extraordinario..., cómo se parecen... Los mismos ojos; pero en «ella» más tristes. Permítame... Las mismas manos. (Amargo, como si fuera una injusticia.) Pero éstas están sanas, calientes... ¿Y la voz? ¿Quiere usted decir algo, señorita?
...
Glisser: 6
Versos... ¿Conoce los poemas de Tennyson? Si no le molesta, yo se los leeré en voz alta. ¿Puede ser, doctor?... En el jardín, ¿quiere? Usted tendida en una hamaca, quieta; yo a su lado... ¿Me permite que la trate de tú?