El dinero no lo es todo
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- ¡Vayan rápido a la escuela, que se van a atrasar!
- Vámonos rápido Carolina…ya mismo es hora.
- Hay que vergüenza, tengo que ir con está ropa de pobre.
- EL DINERO NO LO ES TODO
- ¡Qué! Te volviste loca. Mejor vámonos antes que estas pobres se acostumbren a darles comida.
- Muchas gracias, nunca nadie nos había ayudado tan generosamente.
- ¡Espera!¡Espera! Mira son dos chicas de nuestra edad pidiendo comida. Démosle nuestra colación para que tengan algo que comer, igual nosotros ya desayunamos.
- La verdad, nuestro padre es alcohólico y nos trataba muy mal cuando estábamos en casa, por eso decidimos escarpar y buscar una calidad de vida mejor. Nuestra madre falleció cuando nacimos, lo único que tenemos es la una a la otra.
- ¿Se qué la vida no es fácil en estos momentos, pero por qué no están en su casa?
- Hola ¿Cómo están? Me llamo Susan y soy amiga de Dani.
- Hola! No estamos muy bien, pero siempre con una sonrisa.
- ¿Qué les parece si pasan la noche en el granero de mi padre? Está botado ahí y no hay nadie quien aproveche este lugar.
- Hace mucho tiempo, en un pueblo muy pequeño de Venezuela, existía una familia muy humilde que estaba conformada por una madre y sus dos hijas, lamentablemente su padre había fallecido.
- Esto dejo muy triste a Dani y su amiga.
- Enserio! Gracias, muchas gracias por tu ayuda.
- Las dos hermanas salieron corriendo a la escuela y de pronto…
- Susan les indicó donde iban a dormir y Dani le contó a su madre todo lo que había sucedido, unos días después al no encontrar más comida.
- ¡Gracias, enserio muchas gracias madre! Te quiero.
- ¡Hola! Discúlpenme por tanto egoísmo de mi parte, y es por esto quiero compensarles con este pequeño gesto. Tranquilas, si no me hablan, yo las entiendo.
- Daniela regresa después de clases con una amiga.
- Al día siguiente, Carolina se levantó muy temprano y con algunos ahorros que tenía, les brindó comida y ropa nueva a las chicas que lo necesitaban.
- Estoy muy orgullosa de mis hijas.
- Cuando de repente se le ocurrió una gran idea a Susan.
- Sí y yo puedo darles comida, no es mucho pero bueno.
- Dios bendiga su misericordioso corazón.
- Carolina había visto todo lo que había sucedido días atrás, y estaba muy arrepentida de sus pensamientos egoístas.
- Hija mía, me lo hubieras contado. Pensé que alguien estaba robando nuestra comida por eso la escondí. Ten un poco y brindarles a esas pobres muchachas. La próxima avísame si necesitas algo.
- Susan, Carolina y su madre habían visto tan grande hecho. Tiempo después, las dos chicas encontraron un nuevo hogar y Carolina, Susan y Daniela siguieron ayudando a personas que más lo necesitaban cuando fueron grandes.
- Gracias! Porque no te vamos a hablar, si ya te disté cuenta de todos tus errores.
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