EL SUEÑO DEL PONGO
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- Y así, todos los días, el patrón hacía revolcarse a su nuevo pongo, delante de la servidumbre.
- Pero…, una tarde, a la hora del avemaría, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, ese hombrecito, habló muy claramente.
- Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte.
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- ¿Qué?¿Tú eres quien ha hablado u otro?
- Tu licencia, padrecito, para hablarte. Es a ti a quien quiero hablarte.
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- Habla… si puedes
- El patrón no oyó lo que oía.
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- ¿Conmigo? ¿Tú? Cuenta todo, indio
- Repitió el pongo.
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- ¿Y después? ¡Habla!
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- Padre mío, señor mío, corazón mío. Soñé anoche que habíamosmuerto los dos juntos.
- Le dijo el gran patrón.
- Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos, los dos juntos ante nuestro gran Padre San Francisco.
- Ordenó el patrón, entre enojado e inquieto por la curiosidad.
- Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos examinó. Creo que el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos.
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