El árbol que "llevaba una manzana brillante" recuerda al árbol del conocimiento en el Jardín del Edén. Su fruto, que Dios prohíbe a Adán y Eva de comer, es tradicionalmente referido como una manzana.
El orador que atrae a su enemigo al jardín y lo tienta a comer la manzana es como la serpiente en el Edén. Esto sugiere que la ira del hablante le ha llenado de maldad y lo ha llevado a parecerse al diablo.
El enemigo del hablante es como Adán y Eva. Aunque son ayudados por la serpiente, ellos todavía son culpables de desobediencia. El enemigo del hablante tampoco es inocente. Se mete furtivamente en el jardín y come la manzana sin permiso.
En el poema, como en el Génesis, el fruto representa el pecado y la muerte. En ambos casos, el pecado es la causa de la muerte.