Dante se encuentra perdido, a la mitad del viaje, en una selva oscura. Al estar tan adormecido no recuerda como llegó.
Derrepente se le aparece una pantera y se asustó, pensando mejor en ya no seguir, retrocedió cuando entonces vio la figura de un hombre y sin saber quien era le gritó que tenga piedad por él.
Piedad de mi-le grité-quienquiera que seas, sombra u hombre verdadero.
Luego aparece Virgilio y Dante le explica los obstáculos que se le han presentado, pidiéndole ayuda. Sin embargo Virgilio le indica que se dirigiese en otro camino.
Te conviene seguir otra ruta-responió al verme llorar-, si quieres huir de este sitio salvaje; porque esa fiera que te hace prorrumpir en tales lamentaciones no deja pasar a nadie por su camino, sino que se opone a ello matando al que a tanto se atreve.
Ahora, por tu bien, pienso y veo claramente que debes seguirme; yo sere tu guía, y te sacaré de aquí para llevarte a un lugar eterno, donde oirás aullidos desesperados; verás los espíritus dolientes de los antiguos condenados, que llaman a gritos (...)
Si quieres, en seguida, subir hatsa ellos, te acompañará en este viaje un alma más digna que yo, te dejaré con ella cuando yo parta; pues el Emperador que reina en las alturas no quiere que por mediación mía se entre en su ciudad, porque fui rebelde a su ley.
Dante luego de lo que le dijo Vitgilio, aceptó ser llevado para así conocer a ese Dios. Es por esto que lo sigue.