Del movimiento recoleto de los siglos XVI y XVII prácticamente no queda nada. Nosotros somos los únicos que mantenemos el nombre de "Recoletos"; conservamos el espíritu de los siglos mencionados, pero la forma de vivirlo ha variado notablemente.
La Orden de san Agustín se había hecho presente en América poco después del descubrimiento. Junto con los Mercedarios, Dominicos y Franciscanos, los Agustinos también llegaron al Nuevo Mundo con fines netamente evangelizadores
Le cupo la fortuna de celebrar la segunda misa en la altiplanicie de Bogotá en un altar portátil, y de ser el primer cura de la hidalga ciudad de Tunja.
Los ermitaños hicieron caso: en mayo de 1604 ofrecieron la ermita a los Agustinos con la condición de que la atendieran los frailes recoletos; el consejo provincial la aceptó el 29 de Junio, encomendando al padre Vicente Mallol la redacción de los estatutos.
La Recolección americana siempre estuvo unida a la española y buscó su apoyo, pues con ella se sentía plenamente identificada, ya que el padre Mateo Delgado traía en su mente la idea de la Recolección española y buscaba la manera de vivirla en América.