Para los pueblos aztecas, la magia, religión y medicina estaban íntimamente ligadas, ya que tenían una visión holística del mundo y de la vida.
Las enfermedades eran causadas por el desequilibrio de la fuerza vital (tonalli) cuando se transgredía una norma social, lo cual era castigado por los dioses, quienes curaban a través de médicos y chamanes.
Los aztecas llegaron a distinguir dos tipos de médicos: los ticitl, entre los que se encontraban cirujanos, traumatólogos, pediatras. Por otro lado, los chamanes., hechiceros o nahuallis, quienes empleaban la magia y las plantas alucinógenas,
En las ciudades aztecas había casas de expendio de hierbas y preparados para distintas enfermedades.
Según los cronistas, entre los fármacos más usados se encontraban los sueros antiofídicos, debido a la gran variedad de serpientes y alimañas venenosas que había en esa zona de México.
Los chamanes incas utilizaban yerbas, minerales, animales vivos y disecados; oraciones y canciones para sanar a los enfermos.
También practicaban cirugías: perforaban el cráneo para extraer las causas del mal, como los espíritus. Para este tipo de intervenciones, usaban la coca, o alguna otra planta que adormeciera al paciente, como anestésico local.
Gran parte de las enfermedades, conocidas hoy también, fueron clasificadas por los incas y tenían un tratamiento para cada una.
Algunas plantas siguen siendo usadas en nuestros días, como la hoja de coca, la maca (revitalizante), uña de gato (anticancerígeno) y la quinua, alimento nutritivo con propiedades diuréticas, expectorantes y refrescantes.