El principio de igualdad expresado en el sufragio universal
Con el tiempo y las luchas sociales, el voto se ha convertido en un derecho ampliado para todas las personas, incluidas las históricamente excluidas.
En un primer momento, el voto fue un derecho asignado únicamente a ciertas personas que reunían determinados requisitos: edad, sexo, profesión, propiedades.
Las personas esclavizadas
A diferencia de las personas esclavizadas, sus amos eran quienes disfrutaban de todos los derechos posibles. Los amos eran los dueños de las tierras, del capital, maquinaria, herramientas, productos, utilidades y, por supuesto, de las personas esclavizadas.
La esclavitud es una forma de dominación que considera a las personas objetos de explotación. En el siglo XX, aún se produce la compraventa de seres humanos o su apropiación forzosa.
La esclavitud
Una de las formas en que esta práctica ha perdurado hasta nuestros días es la trata de personas, para utilizarlas como mano de obra esclava o para explotación sexual, lo cual vulnera todos sus derechos.
Los propietarios gozaban de una posición de poder al interior de la sociedad. Este poder era económico, social, político, cultural, religioso, ideológico.
La esclavitud
La abolición de la esclavitud permitió que las personas esclavizadas adquirieran la condición de ciudadanas y pudieran acceder al voto y, con él, ser parte de las decisiones políticas de una nación.
Nunca se aplicó con ellas el principio de igualdad ni el derecho al sufragio.
El Ecuador
En el naciente Estado ecuatoriano, eran los propietarios los únicos que podían sufragar según la Carta Constitucional de 1830.
Los propietarios
Para adquirir la ciudadanía, en la Constitución de 1861 se elimina el requisito de la propiedad y se posibilita así que todas las personas mayores de 21 años, que sepan leer y escribir, puedan sufragar.
Las personas esclavizadas han sido las excluidas del ejercicio de todos sus derechos a lo largo de la historia de la humanidad.
Porque cumplían los requisitos exigidos en aquella época para ser ciudadanos.
Los propietarios podían oprimir, explotar, enriquecerse, despilfarrar sin mayores límites. Este mismo poder les asignaba el privilegio de ser ciudadanos.