Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes... Ya era tarde para las soluciones fáciles.
Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión... Fue como dormirse de golpe.
AAAAH!!
Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto.
Aah, mi rodilla!!
¿Estas bien chico??
Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron grito, porque no podía soportar la presión.
Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho de cruzar la esquina.
Y la mujer... ¿Cómo está?
El joven estuvo en todo su derecho al cruzar la esquina., ya que estaba en verde el semaforo.
Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas.