En un pequeño lugar de Aragón; y allá por los años de mil trescientos y pico, vivía retirado en su torre señorial, un famoso caballero llamado don Dionís, el cual después de haber servido a su rey en la guerra contra los infieles, descansaba a la sazón, entregado al alegre ejercicio de la caza, de las rudas fatigas de los combates.
Don Dionís y su hija, señora Constanza, ahí tienen a Esteban el zagal, que últimamente anda más tonto que lo que naturalmente hizo Dios
Según él afirma, los ciervos que discurren por estos montes han concertando entre sí las burlas que han de hacerle
Hablemos con él, pues, acerca de semejante locura
¿Qué le acontece a ese pobre diablo?
Esteban, sabemos de una historia que tienes sobre unos ciervos. Háblanos de ella
Allá voy: hace unos días, cuando llevé los corderos al río, encontré huellas recientes de los ciervos, y entre ellas, las breves huellas de unos pies pequeñitos como la mitad de la palma de mi mano.
¡Hahaha!
Otro día, oí de las ráfagas del aire como gritos, carcajadas y tres o cuatro voces distintas. Una de ellas me dijo: "¡por aquí, compañeras, que está el bruto de Esteban!". Lo raro, es que después solo vi una corza blanca
¿Quién dice que en lo que refiere ese simple no habrá algo de verdad?¡Oh, sí yo, Garcés, pudiese coger viva una corza blanca para ofrecérsela a mi señora, Constanza, hija de don Dionís!
Ya de vuelta al castillo
¿Y Garcés dónde está?
Esteban dijo que la corza blanca se encontraba cerca del río que hay tras esta alameda. Descansaré allí hasta que aparezca
Después de mecerse un instante en ese vago espacio que media entre la vigilia y el sueño, entornó al fin los ojos y se quedó profundamente dormido.
En las ráfagas del aire y confundido con los leves rumores de la noche, creyó percibir un extraño rumor de voces delgadas y misteriosas que hablaban entre sí, reían o cantaban cada cual por su parte y una cosa diferente, formando una algarabía tan ruidosa y confusa como la de los pájaros que despiertan al primer rayo del sol entre las frondas de una alameda
Sin duda soñaba con las majaderías que nos refirió el zagal
Pero... ¿qué ruido es ese? Me acercaré a ver
El arquero que velaba en lo alto de la torre ha reclinado su pesada cabeza...Al cazador furtivo que esperaba sorprender la res, lo ha sorprendido el sueño
Ven a embriagarte con el perfume de las violetas que se abre entre las sombras.Ven a gozar de la noche, que es el día de los espíritus