Tú que vas arriba, Ignacio, dime si no oyes ladrar a los perros o si ves alguna luz.
Mira bien
No se ve nada.
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Guau guau
Ya debemos estar llegando a Tonaya, fíjate si no oyes ladrar a los perros.
Pobre de ti, Ignacio
Guauguau
Es que no veo rastro de nada.
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Bájame padre
Por qué,¿Te sientes mal?
Sí
Te llevaré a Tonaya a como de lugar, dicen que allí hay un doctor.
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Le aliviarán esas heridas que le han hecho. Seguro que luego volverá a sus malos pasos.
Sigo sin ver nada padre...
La luna iba subiendo. La cara del viejo, mojada en sudor, se llenó de luz. No podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo.
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Todo esto lo hago por su madre, a usted solo le debo puras dificultades, puras vergüenzas. Usted fue un mal hijo
......
¿Lloras, Ignacio?, le hace llorar el recuerdo de su madre, ¿verdad?
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Allí estaba el pueblo. Soltó el cuerpo de su hijo muerto. Destrabó los dedos con que le iba sujetando su cuello y, al quedar libre, oyó como por todas partes ladraban los perros.
TONAYA
¡Guau, guau!
¿Y tú no los oías, Ignacio?No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza...