El Ahogado mas hermoso del mundo
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- No encontramos una cama bastante grande y una mesa sólida para ponerlo, tampoco llegaron los pantalones grandes, ni las camisas y los zapatos.
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- No pasa nada, vamos hacer unos pantalones con un buen pedazo de vela cangreja, y una camisa de bramante de novia.
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- Si aquel hombre magnífico hubiera vivido en el pueblo
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- su casa habría tenido las puertas másanchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor de su cama habría sidode cuadernas maestras con pernos de hierro.
- Tiene cara de llamarse Esteban.
- Esto no le va a quedar se le va a reventar los botones.
- Ahogado
- No encontraron en el pueblo una cama bastante grande para tenderlo ni unamesa bastante sólida para velarlo. No le vinieron los pantalones de fiesta de loshombres más altos, ni las camisas dominicales de los más corpulentos, ni loszapatos del mejor plantado. Fascinadas por su desproporción y su hermosura, lasmujeres decidieron entonces hacerle unos pantalones con un buen pedazo de velacangreja, y una camisa de bramante de novia, para que pudiera continuar su muertecon dignidad
- “Siéntese aquí, Esteban, hágame favor”
- “No se preocupe, señora, así estoy bien”
- Pensaban que si aquel hombre magnífico hubiera vivido en el pueblo, su casa habría tenido las puertas másanchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor de su cama habría sidode cuadernas maestras con pernos de hierro, y su mujer habría sido la más feliz.Tiene cara de llamarse Esteban.
- Pobre Esteban esta tan muerto y indefenso.
- Si esta tan muerto que ya se nos va a ir.
- Las más porfiadas, que eran las más jóvenes, se mantuvieron con la ilusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana. El lienzo resultó escaso, los pantalones mal cortados y peor cosidos le quedaron 3estrechos, y las fuerzas ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa.
- El ahogado nos de pueblos vecinos.
- ¡Bien!
- Lo vieron condenado en vida a pasar demedio lado por las puertas, a descalabrarse con los travesaños, a permanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sus tiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueña de la casa buscaba la silla más resistente y le suplicaba muerta de miedo “siéntese aquí, Esteban, hágame favor”, y él recostado contra las paredes, sonriendo, “no se preocupe, señora, así estoy bien”
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- Más tarde, cuando le taparon la cara con un pañuelo para que no le molestara la luz, lo vieron tan muerto para siempre, tan indefenso, tan parecido a sus hombres, que se les abrieron las primeras grietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenes la que empezó a sollozar. Las otras, alentándose entre sí, pasaron de los suspiros a los lamentos, y mientras más sollozaban más deseos sentían de llorar, porque el ahogado se les iba volviendo cada vez más Esteban
- Así que cuando los hombres volvieron con la noticia de que el ahogado no era tampoco delos pueblos vecinos, ellas sintieron un vacío de júbilo entre las lágrimas.- ¡Bendito sea Dios –suspiraron-: es nuestro!
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