Decidió buscar consejo y fue a ver a Carlos, un anciano sabio del pueblo que siempre daba buenos consejos. Carlos, sentado en su banco bajo el gran roble del pueblo, escuchó atentamente la historia de Ana.
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Ana, emocionada pero también inquieta por la oferta de Benjamín, decidió buscar consejo. Sabía que algo no estaba bien en aceptar un trato que implicaba engañar a los compradores. Se dirigió al gran roble del pueblo, donde siempre encontraba al anciano sabio Carlos, conocido por su sabiduría y buenos consejos.Carlos, al ver la preocupación en el rostro de Ana, la invitó a sentarse a su lado. Escuchó atentamente mientras Ana le contaba sobre la oferta de Benjamín y sus dudas al respecto.
"Querida Ana," dijo Carlos con voz pausada, "la honestidad es un valor que no tiene precio. Si aceptas este trato, no solo engañarás a los compradores, sino que también te engañarás a ti misma. La verdad siempre sale a la luz y tu reputación es más valiosa que cualquier ganancia momentánea."
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Carlos, el sabio anciano, observó con satisfacción cómo la honestidad de Ana no solo la benefició a ella, sino que también inspiró a toda la comunidad. La decisión de Ana de priorizar la verdad y la justicia fortaleció los lazos entre los vecinos y fomentó una atmósfera de confianza y respeto mutuo.