Yo, Don Rodrigo, niego a cualquier hombre musulmán o enviado por Witiza y venga a traer males a la península cruzar este puente sobre el río Guadalete, al pisar estas tablas de madera os esperan mis valientes hombres.
Señor Rodrigo, le presento mis respetos, mas he de comunicarle que no nos envía Witiza, sino Alá, y los que encontrarán guerra son sus hombres. Que nazca en este mismo río una nueva etapa para todos los hombres musulmanes, ahora libres.
En estos momentos comienza la conquista islámica, y Don Rodrigo muere en esta misma batalla.
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Nuestro feudo no se interpondrá en su camino si ustedes no lo hacen en el nuestro. La península será suya pero nosotros tendremos nuestros terrenos, y seguiremos con las típicas tradiciones. ¿Qué opina?
En fin, supongo que si su pueblo no nos causa problemas no hay inconvenientes. Si quieren seguir practicando su religión me temo que deberán pagar ciertos impuestos.
Bien, pagaremos, pero sepa que esto no es un pueblo, señor, sino un feudo, aprenda a distinguir si no desea ofendernos.
Algunos nobles visigodos negociaron con los musulmanes, y no se opondrían a su conquista si ellos les permitían seguir con sus vidas.De esta manera, a los musulmanes les fue más fácil la conquista.
Aprenda usted a callarse si no quiere ser castigado, a partir de ahora no está en posición de decirme cómo tengo que llamar este lugar.
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Que no cunda el pánico, jóvenes, conmigo hay seguridad. Los musulmanes nunca llegarán hasta aquí.
Desesperados, los nobles que no quisieron unirse a la conquista islámica acudieron a Don Pelayo, un gobernador del norte que mantenía la paz y el orden en sus territorios.Los musulmanes nunca llegaron a conquistar esa región.
Señor, los musulmanes han conquistado gran parte del territorio, el norte de la península es el último lugar que queda.