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Текст на Статията

  • !Ares, Ares, funesto a los mortales, manchado de omicidios, demoledor de murallas! ¿Quieres entrar en la liza y sacar a ese hombre, al Tidita, que sería capaz hasta con el padre Zeus? Primero Río a Cipris en el puño, y luego , semana te a un Dios, Cerro conmigo.
  • !Hijos del rey Priamo, alumno de Zeus¡ ¿Hasta cuando dejaréis que el pueblo perezca a manos de los aqueos? ¿Acaso hasta que el enemigo llegue a las sólidas puertas de los muros? Yace en tie un varón a quien honrábamos como al divino Héctor: Eneas, hijo magnánimo Anquises. Ea, saquemos del tumulto al valiente amigo 470 Con estas palabras les excitó a todos el valor y la fuerza vez, Sarpedón reprendía así al divino Héctor
  • Qué se hizo el valor que antes most bas? Dijiste que defenderías la ciudad sin tropas ni aliados, solo, tus hermanos y tus deudos. De estos a ninguno veo ni descubrir pu do: temblando están como perros en torno de un león, mientras co batimos los que únicamente somos auxiliares.
  • Así dijo Sarpedón, y Tlepólemo alzó la lanza de fresno. Las luengas lanzas partieron a un mismo tiempo de las manos. Sarpedon hirió a Tlepólemo: la dañosa punta atravesó el cuello, y las tinieblas de la noche velaron los ojos del guerrero.
  • Sarpedón, príncipe de los lecios ¿Qué necesid tiempos anter 633 LEPO do ejercitado en la guerra, de venire a temblar? Mie tienes, nous afirmat que eres hijo de Zeus, que en viela egida, pu mucho de l los varones engendrados en despereste dios, como dicen que fue mi intrepido padre, el form de Heracles
  • Tlepólemo! Aquel destruyó, con efecto, la sach Ilión a causa de la perfidia del ilustre Laomedonte, que pagó con inju riosas palabras sus beneficios y no quiso entregarle los caballos por los que había venido de tan lejos.
  • Así dijo. Hera, la diosa de los níveos brazos, le obedeció, y pic a los corceles, que volaron gozosos entre la tierra y el estrellado cie lo. Cuanto espacio alcanza a ver el que, sentado en alta cumbre, fi sus ojos en el vinoso ponto, otro tanto salvan de un brinco los ch ballos, de sonoros relinchos, de los dioses. Tan luego como ambas
  • Padre Zeus! ¿No te indignas contra Ares al presencia sus atroces hechos? ¡Cuántos y cuáles varones aqueos ha hecho per cer temeraria e injustamente! Yo me afijo, y Cipris y Apolo, que llev arco de plata, se alegran de haber excitado a ese loco que no cono ley alguna. Padre Zeus, ¿te irritarás conmigo si a Ares le ahuyento de combate causándole funestas heridas?
  • Ma, aguija contra él a Atenea, que impera en las batallas pues es quien suele causarle más vivos dolores.
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