Unknown Story
Текст на Статията
- OCÉANO se va volando en el carro con su caballo alado la OCEANIDES regresan posadas en una roca con apariencia triste
- ¡Prometeo, ya todo el país se compadece de ti, empatizamos con tu dolor y lloramos todos por el destino al que estuviste confrontado!
- Has sido castigado injustamente y ahora erras entre tus pensamientos.
- Estando aquí, no puedo evitar reflexionar sobre cómo los dioses recibieron sus privilegios recibiendo así cierta fortuna, sin embargo, los mortales, obtuvieron un regalo todavía más grande. Los Hombres se limitaban a seguir las reglas ciegamente pero yo me empeñé en enseñarles nuevos materiales para construir sus casas, conocieron la astronomía así como las matemáticas y la escritura junto con la domesticación de los animales y la construcción de barcos. Mis actos eran nobles pero ahora, me encuentro en esta situación infame.
- Ya has hecho suficiente por ellos, ahora ten la esperanza de que un día de estos Zeus cambiará de opinión y te liberará.
- Todavía me espera una larga vida de sufrimiento antes de que Zeus necesite y tenga opción más que liberarme pero eso no lo puedo revelar todavía.
- Además de todos estos regalos, les enseñe los secretos de la medicina y la magia del presagio y, al robarme el fuego pude mostrarles su forma de utilización. Los ayudé a descubrir los tesoros que la tierra ocultaba como el oro o la plata. Todos actos me volvieron popular entre los mortales pues todo lo que saben fue enseñado por mí.
- Oh! Tú que te mostraste tan beneficioso con los mortales, paciente Prometeo, ¿por qué razón sufres esto?
- ¿Qué tierra es ésta? ¿Qué raza? ¡Ay, ay, dioses! ¿Oyes la voz de la cornigera doncella?
- ¿De dónde viene que has pronunciado el nombre de mi padre? ¿Quién eres tú miserable? Dime con claridad lo que voy a padecer.
- Entra ÍO teniendo en su frente dos cuernos de vaca. Tras sus primeras palabras se siente de nuevo sacudida por el aguijón del tábano.
- Fue decisión de Zeus, pero la mano de Hefesto.
- Estás viendo al dador del fuego a los mortales, Prometeo.
- ¿Cómo no oír a la hija de Inaco, que abrasa de amor el corazón de Zeus y ahora, odiada de Hera?
- ¿Es posible que un día caiga Zeus de su poder?
- ¿Quién te desatará sin el permiso de Zeus? ¿Un hijo mío te librará de estos males?
- Debe ser uno de tus descendientes. El tercer linaje después de diez generaciones más.
- Tú te alegrarías, creo, de ver este suceso. Contraerá una boda de la que un día se arrepentirá.
- ÍO sale de prisa.
- Si tienes algo nuevo u olvidado que contar de su fatigosa carrera, dilo; concédenos ahora el favor que pedimos.
- Las Oceánides aparecen e interrumpen la conversación entre ÍO y Prometeo.
- Ésta ha oído enteramente el final de su viaje, no ganarías nada con saberlo.
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