. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue!Tenía un ojo semejante al de un buitre
En cambio… ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidadprocedí! ¡Con qué cuidado
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbalóen el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando: -¿Quién está ahí?
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesivaagudeza de los sentidos?
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera aacostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía lalinterna de modo que no se moviera
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa lasastutas precauciones que adopté para esconder el cadáver
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía lalinterna de modo que no se moviera
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tanoscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿quépodía temer ahora?
los lleve al lugar de los echos y les expique lo que habia sucedido
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policia