Entre ellas ten-go mis preferidas, mis amigas íntimas.
También las casas me son conocidas.Cuando voy por la calle parece que cada una deellas me sale al encuentro, me mira con.todassus ventanas
¡Hola! ¿Qué tal?Yo, gracias a Dios, voy bien, y en mayo meañaden un piso.
A unos pasos de mí, de codos en la barandilladel muelle, estaba una mujer que parecía ob-servar con gran atención el agua turbia del canal.
¡señorita!
oi un sollozo pero ella se deslizó junto a mí a lo largo del muelle.
No le conocía. Pensé que también usted...
Un poco. Por ejemplo, ¿por qué tiembla us-ted?
¿Por qué me rechazó usted antes? Si yohubiera estado allí no habría pasado esto.
¿Pero es que me conoce usted ahora?
el la persiguio y cuando por fin se acerco le hablo
con esariqueza recién adquirida el tipo estrafalarioentra en su acogedora madriguera, se sienta a cenar, termina de cenar y al cabo de un rato se despabila sólo cuando la pensativa y siempre triste Matryona, la criada que le sirve, levanta los manteles y le da la pipa.
Nastenka queria saber mas de el asi que se sento junto a ella, tomo una postura pe-dantescamente seria y empecé como si leyeraun texto escrito:
Cuando cumplí quince años terminaron mis estudios. Hice por entonces algunas travesuras, Pero la abuela me llamó una mañana y me dijo que como era ciega no podía vigilarme. Cogió, pues, un imperdible y prendió mi vestido al suyo, diciendo que así pasaríamos lo que nos quedara de vida si yo no sentaba cabeza. En suma, que al principio era imposible apartarse de ella. Trabajar, leer, estudiar, todo lo hacía junto a la abuela.
A veces es mejor estar solo
Nastenka
¡mi prometido!
el prometido nunca llego y comenzo hacer planes es asi que llego