Había una vez un indígena llamado Cantuña, un constructor famoso del Quito Colonial.
Todos los diablillos comenzaron a trabajar para completar el atrio antes de la media noche.
Buen día Cantuña, le encargamos una tarea, tiene que construir un atrio para la iglesia de San Francisco. Tiene un plazo de 6 meses para mayor paga, en caso contrario irá a la cárcel.
Claro yo soy un gran constructor, tendrán su atrio en 6 meses
No lo voy a lograr.
El Diablo le recordó a Cantuña que le debe su alma, pero Cantuña escondió la última piedra que le faltaba al atrio.
Hola Cantuña, yo te puedo ayudar con el proceso de tu atrio, a cambio me tienes que entregar tu alma.
Contrato por tu alma
Trato hecho.
He cumplido con mi parte, es tiempo que tu cumplas con la tuya.
¡¡¡No por favor!!!
No creo que te lleves mi alma porque te falto una pierda para completar el atrio.